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Gobierno inteligente abierto: presente y futuro, mejorados

Tomemos el gobierno abierto en su dimensión tecnológica (es decir, sin considerar los mecanismos de participación y colaboración con interacción tangible, como presupuestos participativos y algunos formatos que pueden resultar híbridos como incubadores cívicos, design thinking ciudadano, etc.). Ahora recuperemos uno de las maneras más promisorias de la tecnología aplicada a la gestión pública: el smart government (es decir, un modelo de gestión intensivos en tecnología que dota al Estado de la capacidad de aumentar y mantener el flujo de información entre las diferentes dependencias y así proveer servicios públicos de alta calidad (Harsh y Ichalkaranje, 2015)). ¿Es posible que el gobierno abierto encuentre en el gobierno inteligente una plataforma de implementación más sólida en términos tecnológicos? ¿Podemos pensar el smart government como abierto y a su vez que la apertura resulte así, perfeccionada? Sí. Este post se propone mostrar un camino.

  • Pero antes de continuar, es preciso realizar una aclaración metodológica: no creo conveniente pensar esta cuestión en etapas sucesivas o incluso evolutivas (a veces así presentadas en la literatura que estudia la gestión pública). Aquí, el smart government no resultará la evolución del open government, aún cuando creamos que el primero es una excelente manera de concreción para segundo. La razón es sencilla: los procesos tecnológicos en el Estado –y en otros ámbitos de la vida socioeconómica- suelen ser más complejos y tener influencias múltiples como para ser concebidos mecánicamente. Por ejemplo, la posición que señala al gobierno electrónico como precedente (casi monocausal) del gobierno abierto resulta ciega a la diferencia cualitativa que existe entre ellos: ambos intensivos en tecnología, ambos modernizadores, ambos interesados en la transparencia, sólo que en el segundo ella reviste múltiples decisiones políticas activas y en el primero esto es sólo labor de la técnica. Más aún, hace caso omiso que la implementación de los principios del open government no implica necesariamente la apelación a la tecnología (algo que en el gobierno electrónico no podríamos pensar sin quitarle su misma esencia). Si tuviésemos que expresarlo de manera más formal, diríamos que las modificaciones en una manera de gestionar la administración pública no implica solamente contar con las características que provee su modelo anterior, sino que si algo varió, es porque otro factor exógeno comenzó a intervenir: si A deviene B, algo sucedió por fuera de A para que ahora exista B. Esa transformación reconfiguró la naturaleza del fenómeno, por lo que resulta poco preciso decir que B es ‘A mejorado’).

Volvamos a nuestro plan, y pongamos manos a la obra. Tomemos un trabajo estupendo de Jiménez et al (2014), donde se articulan tres elementos: la dinámica organizacional (institucional), las TIC y la modernización del Estado. Los autores muestran aquí cómo la relación de esos componentes resulta en diferentes dinámicas institucionales. En este sentido, en una configuración de gobierno abierto, la dinámica organizacional es relacional y la fase de modernización resulta avanzada, mientras que en un ecosistema smart (de suyo interconectado), la dinámica organizacional resulta inteligente, por lo que la fase de la modernización es óptima. Pero el perfil smart debe concretar y construirse a partir de dos condiciones: 1) la interoperabilidad generalizada (la habilidad de dos o más sistemas/componentes para intercambiar y utilizar información (IEEE, 1990), que al traducirse en su dimensión institucional posibilita que organizaciones dispares -en términos de agregación administrativa- y diferentes -en sus fines y materias-, puedan lograr intercambios fluidos y óptimos a unos fines preestablecidos); y 2) innovación abierta (es decir, el desarrollo de inteligencia no circunscripta sólo al interior de la organización, conocido genéricamente como crowdsourcing. En el caso de la administración pública suele ser utilizada para la producción de servicios públicos –no necesariamente intensivos en tecnología- desarrollados en colaboración con varias oficinas y participación activa de la ciudadanía). Lo que aquí quiero plantear, rescata de este trabajo estos dos componentes de la fase de modernización smart, y suma dos más (smart disclosure y social government) para poder extender los límites del planteo teórico y expandir el horizonte empírico. Con estos cuatro componentes, podremos afirmar que implementar un gobierno inteligente puede implicar implementar un gobierno (aún más) abierto.

Nada es tan nuevo como parece.

Si bien el gobierno inteligente representa una gran posibilidad para la apertura de la gestión, es necesario aclarar que no todos sus componentes son novedosos. Las dos condiciones propuestas más arriba por Jiménez et al (2014) (la interoperabilidad y la innovación pública abierta –una de las tantas maneras de implementar el principio de colaboración del gobierno abierto-) no han sido el aspecto más exitoso dentro de las estrategias concretas de open goverment. La colaboración resulta el principio más complejo de implementar a la hora de llevar nuestra propuesta de apertura a la práctica (tanto es así que las estrategias concretas de apertura suelen apuntar con mayor éxito y solidez a la transparencia o la participación). La razón de esto puede estar en la falta de recursos (económicos, humanos, etc.) en la oficina pública, en la inercia que provocan los procedimientos estandarizados de la organización, o bien en los modelos mentales de los actores, que no les permiten introyectar nuevas prácticas (incorporar metodologías colaborativas –de cualquier índole- requiere un cambio de perspectiva difícil de provocar en el corto plazo). En el caso de la interoperabilidad, la situación es también problemática, pero por otras razones: es una condición técnica e institucional que excede la implementación del gobierno abierto. Y esta es la razón por la que no es posible lograrla desde la propuesta de la apertura de la gestión. En síntesis, la era del gobierno abierto que comenzó en 2009, siempre requirió de interoperabilidad e innovación abierta. ¿Entonces? ¿Cómo puede ser que no resulte un factor en el que estemos más avanzados? La razón está por fuera del gobierno abierto y la administración pública. La razón con respecto a la interoperabilidad y sus dificultados no reside solamente dentro de las administraciones (y esta es mi segunda digresión):

  • La relación que establece el gobierno abierto con la tecnología es de asociación (muy diferente de la de articulación que es la que establece el gobierno inteligente). Los cambios en la esfera de la gestión pública no acontecen en vacío, sino en un espacio societal que varía por sus propias lógicas, independientes de la administración pública. Si pensamos en la interacción de la tecnología y el Estado, no será difícil concluir que el avance acelerado reside más en la primera más que en el segundo (muy reacio a los cambios abruptos o estructurales). Si ahora recuperamos la cuestión de las dificultades del gobierno abierto para implementar la interoperabilidad, tenemos que pensar en la relación del gobierno abierto con la tecnología. Expliquemos la relación de asociación entre ellos con un ejemplo muy simple: el surgimiento de la Web 2.0 implicó uno de los cambios recientes más grandes de la Internet y de nuestras vidas (modificó usos, prácticas, comunicación y relaciones). Ése cambio surgió y se desarrolló por fuera del Estado, y sólo luego de acontecer se asocia a lo público (como a otros muchos aspectos de nuestras vidas). Este cambio tuvo una ingerencia determinante en el gobierno abierto, de tal magnitud que hasta modificó su mismísima definición: el memorando de Obama, reformula la definición de open government de la OCDE, agregándole la esencia misma de la Web social, es decir, la colaboración. Hoy en día naturalizamos a la apertura de gobierno con su principio de colaboración, pero en realidad, éste es una innovación post 2009. De este modo, la tecnología y sus cambios, reingresa al gobierno a través de la reformulación de un concepto pre-existente en una coyuntura histórica determinada. Pero aún resulta una variable independiente de aquél (se desarrolla por sí sóla, por fuera de su espacio). Es decir, gobierno y tecnología intersectan en un nuevo concepto de gobierno abierto. Ésta es la asociación entre dos elementos independientes.

Dado que la relación es de asociación entre dos componentes, en la práctica tienen la suficiente autonomía como para que no sea tan sencillo operar desde uno (el Estado, la gestión) sobre la otra (la tecnología). Y a su vez, no es tan fácil lograr desde la parte (el gobierno abierto) el todo (la interoperabilidad). Es por esto que, además de otros factores al interior de la organización, la posibilidad de concretar la interoperabilidad haya resultado esquiva. En un formato de smart government, la relación entre tecnología y gestión es de articulación. La tecnología resulta un componente infraestructural, y lo suficientemente desarrollada como para recoger datos de manera eficaz y eficiente con información fiable anclada en tiempo y espacio (que a su vez tiene capacidad predictiva) y arrojarla constantemente a la gestión a través de procesos constantes en el tiempo y servicios. Esto que parece una afirmación muy abstracta, es en realidad muy concreta y puede traducirse en que ahora, tecnología y Estado, se imbricaron.

Gobierno inteligente, sólo si está abierto.

Esa imbricación entre gestión y tecnología facilita y promueve los procesos que se desprenden de su cualidad tecnológico-intensiva. El smart government no sólo resulta un nuevo nivel para la tecnología aplicada a lo público, sino que además tiene la capacidad para incorporar al gobierno abierto, llevar a cabo las cuentas pendientes (interoperabilidad y colaboración) y además potenciar algunas características propias del segundo (y alcanzadas con éxito). Sobre éstas se basa el argumento principal de este post. De este modo,  un smart government puede realizar sus propios fines –aumentar y mantener un flujo de información entre las diferentes dependencias del Estado, de ellas con el ciudadano a través de servicios públicos de calidad- y también puede concretar la apertura.

¿Qué debe articular un gobierno inteligente para llegar a este estado de cosas? Pues además de la interoperabilidad y la innovación abierta, es preciso completar el espectro con el avance, consolidación y perfeccionamiento de la apertura de datos: construir smartness a través de datos abiertos conlleva una smart disclousure (divulgación inteligente), para poder acceder a aquellos que ayuden al desarrollo ventajoso ciudadano al mismo tiempo que proveen servicios públicos (esta es la razón por la que la administración Obama promovió la apertura inteligente con la Task Force on Smart Disclosure y el sitio consumer.data.gov, una plataforma centralizada para la apertura inteligente de datasets y recursos para la disposición de la comunidad). Desde ya, aquí también resulta preciso que esos datos sean relevantes para tomar decisiones implicadas en la provisión de esos servicios públicos (Gerety y Raseman, s/d), y además, también es necesario avanzar hacia la disponibilización de datos del propio acceso y beneficio de los ciudadanos de esos servicios (Gigli Box, 2014). Esto permitirá optimizarlos, conocer su impacto, repensar metodologías de acceso a esos beneficio, etc. En segundo lugar, un smart government que perfeccione un gobierno abierto precisa de la provisión de información para la optimización de servicios inteligentes a través del social government (o gobierno 2.0, es decir, el dispositivo comunicacional gubernamental 2.0 en redes sociales, wikis y plataformas de participación). Este flujo de información constante -que no en todos los casos pertenecen a estrategias de gobierno abierto- mantiene al gobierno en conexión multidireccional con oficinas y ciudadanía a través de compartir constantemente información. En un ecosistema smart, los medios sociales deben integrarse como constante provisión de feedbacks comunicacionales de índole cualitativa (diferentes de los que implican las estructuras smart, capaces de recolectar grandes conjuntos de datos). La capacidad de recabar usos, prácticas y recepciones de los servicios en tiempo real resulta insoslayable si queremos que la categoría ‘inteligente’ alcance todo su espectro.

En futuros posts podremos mostrar más y mejor algunas cuestiones que aquí me he visto obligada a mencionar sumariamente y ahondar sobre las características específicas de esta propuesta (es necesario precisar y recorrer con detalle cada uno de los dos universos que representa los componentes mencionados: social government y smart disclousure). También es preciso exponer cómo se instrumenta esta estructura en la realidad, tanto como diseño tecnológico (para ser presentado a las administraciones públicas interesadas) y como implementación de gestión (una vez decidida su incorporación). Pero allende todo esto, nada nos resulta más valioso que abierto e inteligente estén unidos en una conjunción y que esa dupla se predique del gobierno. 

Bibliografía:

  • Bartenberger, Martin y Grubmüller, Verena (2014): The Enabling Effects of Open Government Data on Collaborative, Governance in Smart City Contexts. Disponible en  http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.2474974
  • Chesbrough, Henry et al (2006): Open Innovation: Reaching a New Paradigm, OUPress: New York. pp: 1-12
  • Harsh, Akhilesh y Nikhil Ichalkaranje (2015): Transforming e-Government to Smart Government: A South Australian Perspective, en L. C. Jain, S. Patnaik y N. Ichalkaranje (eds.) “Intelligent Computing, Communication and D evices”, Springer: Alemania.
  • Institute of Electrical and Electronics Engineers (1990): Standard Computer Dictionary: A Compilation of IEEE Standard Computer Glossaries, IEEE: New York
  • Gerety, Amias y Sophie Raseman (s/d): Three Data Access Trends Shaping the Future of Community Development: Open Data, My Data, and Smart Disclosure. Disponible en http://www.whatcountsforamerica.org/portfolio/three-data-access-trends-shaping-the-future-of-community-development-open-data-my-data-and-smart-disclosure/#_ftn1
  • Jiménez, Carlos et al (2014): Smart Government: Opportunities and Challenges in the Development of Smart Cities en Ć.Dolićanin, E.Kajan, D. Randjelovic, B. Stojanovic (eds) “Handbook of Research on Democratic Strategies and Citizen-Centered E-Government Services”, IGI Global.
  • O’Brien, Adelaide (2012) Optimizing the Value of Social Media to Deliver Smart Government, IDC Government Journal: Washington
  • Rubel, Thom (2014): Smart government: creating more effective information and services (online). Consultado el 21 de junio en: http://www.govdelivery.com/pdfs/IDC_govt_insights_Thom_Rubel.pdf
Filed Under: Research
Open Government Partnership