¿Un nuevo orden para las organizaciones de la sociedad civil?
¿Nuevo orden para organizaciones de la sociedad civil?
En medio de la incertidumbre por el avance del COVID-19, lo único seguro es que nada, o muy poco, seguirá igual. Para las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en transparenciaDe acuerdo con los Artículos de Gobernanza de OGP, la transparencia ocurre cuando "la información en poder del gobierno (incluidas las actividades y decisiones) es abierta, completa, oportuna y está disponible gratuitamente para el público... Más y temas de gobierno abierto, los desafíos son monumentales. Desde cómo redefinimos nuestras misiones hasta los nuevos actores emergentes y las cadenas de compromiso, las consecuencias se sentirán en varios niveles y nos afectarán profundamente:
1. Misiones y visiones organizacionales
La nueva e ineludible realidad del coronavirus ya nos ha llevado a muchos de nosotros a reenfocar nuestras misiones y objetivos. Algunos enfoques e iniciativas tradicionales ya no funcionarán en este escenario y sus nuevas reglas del juego. En cambio, debemos hacer un balance y repensar nuestras estrategias, aunque eso no sucederá de la noche a la mañana. En el futuro, debemos tener claros cuáles serán exactamente los nuevos desafíos para un gobierno abierto y recalibrar nuestras estrategias en consecuencia.
Por ejemplo, el Directorio Legislativo, la organización que dirijo, y otros socios tuvieron que suspender este mes una capacitación sobre gobierno abierto a funcionarios del Parlamento mexicano. Es más, existe la necesidad de enfrentar las amenazas que emergen lentamente a la agenda de apertura en las Américas. Solo en las últimas dos semanas, al menos cuatro países han intentado frenar los derechos de acceso a la información (Brasil, México, El Salvador y Honduras). Entonces, ¿cómo no retroceder ante los viejos desafíos mientras nos adaptamos al nuevo?
2. Estructura organizacional
Esto es complejo porque se refiere a cuestiones que estaban pendientes antes del coronavirus, a saber, desafíos en el trabajo remoto y en línea para las organizaciones de la sociedad civil en los países en desarrollo, que a menudo muestran brechas de infraestructura significativas. Las señales de los teléfonos celulares no siempre se registran, el personal carece de su propia conexión Wi-Fi o tiene conexiones deficientes, cortes de energía frecuentes: estos y otros obstáculos dificultan la adaptación al trabajo desde casa, reducen la productividad y a menudo ven que las tareas y proyectos no se entregan. Entonces, con esto en mente, ¿cómo pueden trabajar las OSC para mitigar y cerrar esta brecha digital con otras regiones?
3. Nuevos actores
Las dificultades clave surgen alrededor de esto. Porque los ministerios, agencias y otros organismos gubernamentales con los que hemos interactuado, en este momento, están cerrados por negocios o han centrado su atención en enfrentar la crisis. Muchos se están borrando de la escena o desapareciendo por completo. Por ejemplo, los congresos de la región apenas han comenzado a organizar reuniones virtuales, con solo los de Chile y Brasil celebrando reuniones plenarias formales hasta el momento.
Esto lleva a otro aspecto alarmante. Para aquellos de nosotros que trabajamos en asuntos de transparencia y gobierno abierto, se trata de cómo en algunos países se están erosionando los derechos y libertades individuales a través de "medidas excepcionales" para abordar la crisis de salud.
De un repunte en la persecución de medios independientes o periodistas (se espera que en Venezuela y Bolivia, mientras Honduras finalmente dio marcha atrás en un decreto para limitar la libertad de expresión) a la vigilancia intrusiva (Seguimiento de geolocalización autorizado en Ecuador de ciudadanos que no cumplen con la cuarentena), a una fuerza policial excesiva (informes de linchamientos policiales en Argentina), son las democracias más frágiles las más vulnerables a esto. Aunque otros estados también, de manera oportunista, aunque más sutil, han impulsado disposiciones contenciosas (prohibiciones de alcohol en algunos estados de México, por ejemplo). La tarea a la que se enfrentan nuestras organizaciones es cómo evitar que esas medidas ad hoc se mantengan y, lo que es peor, se conviertan en la norma una vez que pase la crisis. Entonces, ¿qué papel deben jugar las OSC para salvaguardar el buen funcionamiento de nuestras instituciones y sus protagonistas?
4. Toma de decisiones
Los procesos de toma de decisiones han cambiado drásticamente y se han reducido a una banda estrecha de individuos, no necesariamente limitados a funcionarios públicos u otras figuras reconocibles. En otras palabras, la toma de decisiones ya no está preestablecida, incluso moderadamente transparente, y es respectiva de diferentes niveles y procedimientos normativos.
Muchas de las respuestas de los países no están respaldadas por firmas oficiales o documentación de respaldo: son "medidas no oficiales" completamente informales. A menudo se comparten públicamente, como en conferencias de prensa, pero no siempre. Algunos son menores (como las decisiones de reorganizar el transporte público en Argentina), mientras que otros tienen consecuencias importantes. Por ejemplo, México restringió los viajes no esenciales a través de su frontera con los Estados Unidos, pero esta decisión no se ha registrado en el Diario Oficial de la Federación. Esto va totalmente en contra de años de esfuerzos de organizaciones de todo el mundo que presionan por lo contrario. Entonces, ¿cómo podemos contribuir a restaurar la formalidad y la transparencia en la toma de decisiones? ¿Cómo podemos recuperar la legitimidad y la apertura a procesos que se están volviendo tan distorsionados?
5. Donantes y fondos
En medio del malestar económico y social, surge otro desafío: cómo mantener la confianza de los donantes en nuestras organizaciones después de la pandemia, siempre que, es decir, planeen continuar respaldando el trabajo a favor de la transparencia y estén interesados en nuestros proyectos. en principio. Sin embargo, más allá de esto, también debemos trabajar con nuestros patrocinadores para repensar y reajustar nuestras actividades en conjunto al nuevo contexto. Por tanto, un gran signo de interrogación se cierne sobre la sostenibilidad misma de nuestras organizaciones. ¿Nos abandonarán los donantes? ¿Cambiarán sus prioridades y con ello quienes reciben su financiación?
Quizás, en este nuevo e incierto orden post-COVID-19, las organizaciones de la sociedad civil tendrán la oportunidad de reafirmarnos a nosotros mismos, nuestras fortalezas y aprovechar las muchas batallas y logros que hemos ganado a lo largo de los años, y reafirmar nuestro presente. oferta: lo que poseemos, nuestros recursos y experiencia, y nuestro enorme valor general. Aparte de nuestra agenda compartida de principios, en la que todos nos guiamos, lo más importante, creo, es la fuerte comunidad de activistas que se ha construido en la región y más allá, comprometidos a hacer que nuestras sociedades sean más justas y equitativas. Que nosotros do tener. Indudablemente.
Bajo el manto de incertidumbre que se cierne con el avance del COVID-19, la única certeza es que nada, o muy poco, podrá ser igual que antes. En el caso de las organizaciones de la sociedad civil que nos dedicamos a temas de transparencia y gobierno abierto, el desafío es mayúsculo. Desde cómo se redefinen nuestras misiones hasta quiénes son los nuevos actores en la cadena de interacciones, el resultado se traduce en diferentes niveles que nos atraviesan por completo:
1. Las misiones y visiones de las organizaciones
Somos muchos los que hemos tenido que re enfocar nuestras misiones y objetivos para incluir la ineludible realidad que impuso el coronavirus. Ya no tendrán sentido algunas iniciativas tradicionales en este nuevo escenario con nuevas reglas de juego. Tenemos que re pensar lo que hacíamos antes y diseñar una agenda aggiornada que tenga sentido en esta crisis. Pero no podremos tomar estas decisiones de un día para el otro. Llevará tiempo. Porque debemos re calibrar qué nuevos desafíos al gobierno abierto nos presenta este orden, mientras seguimos avanzando. Por ejemplo, desde Directorio Legislativo y otras organizaciones teníamos prevista una capacitación para funcionarios del Parlamento mexicano sobre herramientas de gobierno abierto y quedó suspendida hasta nuevo aviso. Y además, debemos atender a las urgencias que de a poco se vislumbran en nuestros países y que amenazan nuestra agenda de apertura. Ya en las últimas dos semanas, al menos cuatro países de la región intentaron limitar el derecho de acceso a la información (Brasil, México, El Salvador y Honduras). Así que, ¿cómo no retroceder con las conquistas de años, pero al mismo tiempo re discutir y re adaptarnos a la nueva?
2. La estructura de las organizaciones
Este punto es complejo porque habla de una deuda pendiente anterior a la irrupción de la pandemia. Se trata del desafío de trabajo online para las organizaciones de la sociedad civil en países en desarrollo, con grandes deudas en infraestructura. Por ejemplo, la señal de celular no llega a todos los rincones, no todos los empleados tienen wifi en las casas y cuando lo tienen muchas veces no funciona, la electricidad se corta sistemáticamente en algunas zonas, y así muchas situaciones que impiden volcar el ciento por ciento del trabajo a modalidad online sin pasar por un proceso de adaptación y de eliminación de algunas tareas o proyectos. Entonces, cómo podemos trabajar para zanjar esa brecha desde las OSC en la región, versus otras regiones?
3. Los nuevos actores
Este punto plantea un dilema importante. Porque los ministerios, agencias y otras representaciones gubernamentales con las que solíamos interactuar, en algunos casos están totalmente clausurados, o en otros han redirigido sus acciones a atender la crisis. Y muchos de los actores se han desdibujado o directamente desaparecido de la escena. Por ejemplo, los Congresos están recién autorizándose a sesionar online, pero sólo Chile y Brasil han celebrado reuniones plenarias formales efectivamente.
Esto lleva, además, a otro aspecto que enciende alarmas. Para los que trabajamos en temas de transparencia y gobierno abierto, es preocupante comprobar que algunos países han restringido derechos y libertades individuales, tomando medidas de excepción con la excusa de la crisis sanitaria. Desde un aumento en la persecución a medios o periodistas independientes (obviamente Venezuela y Bolivia, y Honduras tuvo que retroceder cuando intentó limitar la libertad de expresión con un decreto) hasta vigilancia intrusiva (Ecuador autorizó el monitoreo de la ubicación de personas que no cumplan con cuarentena), abuso de poder policial (en Argentina la policía linchó a gente en situación de calle), las democracias frágiles son las más vulnerables, aunque el contexto también es propicio para deslizar disposiciones oportunistas (ley seca en algunos estados de México). Será entonces, tarea de nuestras organizaciones, cómo evitar que estas medidas ad hoc corran el peligro de instalarse -y, peor aún, normalizarse- una vez superada la conmoción. Entonces, ¿qué papel deberíamos jugar las OSC para garantizar un funcionamiento más saludable de las instituciones y sus protagonistas?
4. La toma de decisiones
El proceso de toma de decisiones tal como lo conocíamos hasta ahora ya no existe. Ha cambiado drásticamente y en casi todos los gobiernos se ha reducido a un grupo de personas, no necesariamente restringido solamente a funcionarios públicos ni figuras conocidas. Es decir, ya no es más un proceso preestablecido, medianamente transparente y en el cual las decisiones forman parte de distintos niveles de normativa. Muchos de los anuncios en diferentes países no llevan hoy un texto, una firma de un funcionario y una documentación que los respalde: son anuncios completamente informales y los llamamos “medidas no oficializadas”. En muchos casos son públicos (se dan a conocer en conferencias de prensa, por ejemplo), pero no siempre. En algunas ocasiones se trata de decisiones menores (como puede ser la reorganización del transporte público en Argentina), aunque en otras son de consecuencias profundas, como es el caso de México, cuyo gobierno decidió junto al de EEUU restringir la frontera entre ambos países para viajeros no esenciales, pero la medida no se registra todavía en el Diario Oficial. Este aspecto de la nueva situación va en contra de años de lucha por parte de organizaciones de todo el mundo. Entonces, cómo se contribuye a restablecer la formalidad y la transparencia en la toma de decisiones? Cómo devolver legitimidad y transparencia a un proceso que se ha desvirtuado tanto?
5. Los donantes y los fondos
En este marco de recesión económica y crisis social, enfrentamos otro desafío más, que es el de reasegurar nuestros donantes, confiando en que entre sus objetivos continúe el de apoyar la transparencia y financiar nuestros proyectos. Pero también deberíamos repasar con ellos las actividades a desarrollar, sobre todo repensar nuevas temáticas surgidas a raíz del coronavirus. Entonces, se abre un gran signo de interrogación en relación a la sostenibilidad institucional de nuestras organizaciones. Los donantes van a seguir financiando? Cambiarán sus prioridades y destinatarios de sus fondos?
Quizá, entonces, en este nuevo orden donde no aún no hay claridad sobre cómo se configurará el día después, tenemos la oportunidad de reafirmar aquello que nos fortalece y aquellas batallas y logros ganados, aquello con lo que sí contamos hoy y creemos que podría seguir siendo un valor para todos. Además de la agenda de principios, sobre la que todos nos apoyamos, creo que lo más importante es esta comunidad colaborativa de activistas en toda la región y el mundo, que tienen como objetivo transformar a nuestras sociedades en lugares más justos y equitativos. Eso sí tenemos. Y no hay dudas de ello.
Comentarios (4)
Lastre Responder
Buen analisis. Gracias por hacerlo. Muchas OSC prefieren ver afuera, sin analizar dónde están parados.
Mohammad Qader Mesbah Responder
Es precisamente; Nuestra organización dice que una organización nacional en Afganistán está de acuerdo con el desafío que usted ha planteado.
Creemos que minimiza los problemas de energía, Internet, teléfonos móviles, la crisis de guerra, la inseguridad, la coerción que tuvo transparencia, información y responsabilidad.
Alicia Fasta Responder
Buen análisis, sobre todo al señalar el problema que tienen gran parte de los países de América Latina, que no se cuenta con acceso a internet o peor aún a una computadora y esto debilita la participación ciudadana. Considere que se deben reconsiderar los planos de acción y apoyar a nuestras comunidades desde nuestra trinchera.
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lucas orlando Responder
Excelente aporte como siempre.-