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Gobierno Abierto: Reflexiones desde Uruguay

Gobierno Abierto: Una reflexión desde Uruguay

Virginia Pardo|

Para cuando lea esto, cientos de personas de todo el continente habrán llegado a Montevideo para participar en la Reunión Regional de OGP Américas. Es un honor y un placer para Uruguay dar la bienvenida a las personas de la región que luchan por marcar la diferencia. Cinco años después del proceso, nos gustaría compartir con ustedes algunas de las lecciones que hemos aprendido y que esperamos discutir en el transcurso del evento.

Hemos avanzado por etapas. Cuando comenzamos el proceso en Uruguay, nadie sabía realmente qué era el gobierno abierto o qué beneficios traería. La creación de nuestra primera plan de acción se dio en un contexto complejo y no tuvo el éxito que nos hubiera gustado. Nunca antes habíamos co-creado o co-implementado compromisos; esta fue una experiencia nueva tanto para el gobierno como para la sociedad civil organizada. Sin embargo, hubo muchos elementos interesantes para destacar.

El proceso descubrió la existencia de una sociedad civil que estaba dispuesta a participar, así como de evaluadores independientes dispuestos a tomarse su trabajo en serio. También debemos destacar la importancia de que el país tenga las condiciones adecuadas, incluido un marco institucional sólido, leyes para regular el acceso a la información pública y una cultura democrática.

Durante la creación del segundo plan, estuvimos mejor preparados, lo que permitió la creación de espacios de diálogo que llevaron a acciones concertadas en temas clave como datos abiertos y acceso a la información pública. Esto resultó en mejoras significativas en el diálogo; logramos una verdadera construcción colectiva y de consenso que permitió la toma de decisiones colaborativas entre el gobierno, la sociedad civil y la academia.

Afortunadamente, el tercer Plan de Acción Nacional tiene una gran demanda por parte de interesados ​​nuevos y diversos. Hay nuevos enfoques, desafíos y problemas para incorporar en la agenda, y nuevas voces para ser escuchadas, tanto del gobierno como de la sociedad civil. Necesitábamos un foro adecuado para el diálogo, que es un trabajo muy exigente que necesita actores dispuestos.

Cosas buenas han salido de este proceso. Mejoramos nuestro legislación, que conduce a la divulgación proactiva de información pública en un formato de datos abiertos; demostramos que la co-creación de políticas de servicio público es posible con la implementación de las iniciativas atuervicio.uy y pormibarrio.uy. Abrimos la información gubernamental para que la utilicen otros grupos de interés a través de plataformas como rampata.uy y precios.uy. Fomentamos también el periodismo de datos en nuestro país.

Iniciamos diálogos con sectores que tradicionalmente han sido excluidos y abordamos nuevos problemas. Creamos un grupo de trabajo y aprovechamos los recursos para gestionar el proceso. Sobre todo, aprendimos que las ideas pueden venir de cualquier parte y que, aunque no todas las ideas pueden implementarse, todas pueden discutirse y documentarse. Esto se refleja en muchos indicadores de instrumentos internacionales de evaluación. Aquellos de nosotros que trabajamos en estos temas reconocemos que, aunque es bueno recibir elogios, queda mucho trabajo por delante. La mejor noticia es que tenemos más ideas para avanzar.

También reconocemos el hecho de que no todos los problemas pueden resolverse mediante un gobierno abierto. Es tentador pensar que un gobierno abierto puede resolver los problemas que han prevalecido en nuestra sociedad durante décadas. Sin embargo, hay ciertos asuntos que requieren discusión y controversia y no necesariamente sucederán en un contexto de gobierno abierto. No estamos evitando estos temas, pero nuestro sistema se basa en la creación de consenso en torno a las propuestas y en la responsabilidad compartida de decidir sobre el contenido de los planes para nuestro país.

Por lo tanto, es necesario definir claramente lo que esperamos del proceso, establecer las premisas adecuadas y las reglas generales, y cumplir con nuestros objetivos. También es importante hacer demandas viables y reconocer cuándo no se pueden cumplir ciertas demandas. Cada parte tiene sus funciones y responsabilidades correspondientes, y juntos, tenemos un compromiso. Actualmente estamos trabajando en el establecimiento de reglas para institucionalizar las prácticas existentes. Intentamos ser precisos. Evitamos escribir poesía y apuntamos a establecer acciones concretas que reflejen las necesidades de quienes participan en la creación de planes.

Tenemos muchas otras preocupaciones que constituyen nuestra agenda. No siempre está claro cómo estos procesos serán sostenibles, particularmente en términos de participacion ciudadana. Debemos encontrar los vínculos entre nuestro trabajo y otras agendas, como la Objetivos de Desarrollo Sostenible. A veces creemos que se deben medir ciertas expectativas en torno al alcance del gobierno abierto. Quizás necesitemos menos declaraciones grandilocuentes y más acción para diferenciar esta iniciativa de otras. Debemos reconocer que los foros de gobierno abierto no siempre serán los más glamurosos, pero serán aquellos donde se generen políticas públicas abiertas para fortalecer nuestras democracias.

Nos gustaría compartir nuestras experiencias con usted, pero también estamos llenos de preguntas. Este es un momento complejo durante el cual los gobiernos y la sociedad civil necesitan redefinir su relación. No tenemos todas las respuestas, pero tenemos desafíos comunes. La corrupción, las nuevas formas de ciudadanía y la capacidad de nuestras instituciones para resolver los problemas actuales son cuestiones radicales: ¿qué tipo de sociedades crearemos? ¿Serán abiertos, democráticos y prósperos? ¿Podrán nuestras instituciones abordar los desafíos de una nueva era? Estas son preguntas importantes y, según nuestra experiencia, el gobierno abierto hasta ahora ha demostrado estar entre las mejores respuestas.

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