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Cerrar la brecha para proteger los derechos ambientales

Cerrando la brecha para proteger los derechos ambientales

Gustavo Pérez Ara|

Este blog es parte de una serie de blogs temáticos producidos por Independent Reporting Mechanism (IRM) durante la Open Gov Week. Encuentra otros blogs de la serie esta página.

La necesidad de abordar el desarrollo sostenible y los problemas ambientales en América Latina se refleja cada vez más en la Open Government Partnership (OGP) planes de acción. Pero si bien la mayoría de los compromisos ambientales son ambiciosos y casi el doble de probabilidades de ser implementados con éxito, sus resultados rara vez abordan el objetivo principal de la Acuerdo de Escazú: proteger a los defensores ambientales. Enfocado en aumentar el acceso a los recursos ambientales. educación y participacion ciudadana, estos compromisos rara vez contribuyen al cambio necesario en la relación entre las empresas, el gobierno y las comunidades y para garantizar la protección de los defensores ambientales.   

Durante años, los defensores del medio ambiente han exigido al sector privado que respete los derechos de consentimiento y consulta de los ciudadanos afectados en el desarrollo de proyectos, y que los gobiernos garanticen las condiciones básicas para la protección de sus derechos. Sin embargo, los asesinatos de defensores del medio ambiente son en constante aumento, dos tercios de los cuales tienen lugar en América Latina.

Aquí hay una oportunidad perdida. OGP puede servir como un espacio para garantizar que los esfuerzos para mejorar la información, la participación y la rendición de cuentas se traduzcan en resultados concretos para abordar los problemas que enfrentan los defensores del medio ambiente. Para aquellos que buscan implementar iniciativas en esta área temática, las evaluaciones de los compromisos ambientales hechos por el Mecanismo de Revisión Independiente (MRI) de OGP brindan algunas lecciones aprendidas relevantes.  

Un mayor acceso a la información es un requisito, pero no garantiza la influencia ciudadana en las decisiones que toman los gobiernos y las empresas.

 Los compromisos asumen que la apertura de los datos ambientales y el intercambio de información contribuyen al monitoreo ciudadano y al control social. Sin embargo, carecen de actividades específicas para explicar cómo se utilizará la información compartida para garantizar un espacio seguro para que los defensores del medio ambiente ejerzan sus derechos.

 Según la IRM y Secretaría Internacional de la EITI, desde 2013, el Instituto Hondureño de Geología y Minas ha mejorado la publicación de asuntos fiscales, licencias y catastros, datos de producción y exportación y pagos sociales voluntarios. Sin embargo, la participación ciudadana ha ido disminuyendo progresivamente debido a la disminución de la confianza. En 2019, el Relator Especial de la ONU alertó al Derechos humanos Consejo que las personas defensoras de derechos humanos en Honduras se encuentran operando bajo un espacio cívico que está sujeto a graves violaciones y restricciones a los derechos civiles y políticos, lo que les impide trabajar en un ambiente seguro.

El Acuerdo de Escazú incluye disposiciones específicas para mejorar el medio ambiente y las relaciones entre las partes interesadas. El acuerdo destaca los tipos de datos que los gobiernos deben publicar para que la ciudadanía pueda monitorear de manera efectiva el proceso (por ejemplo licencias o permisos ambientales otorgados por las autoridades públicas; una lista estimada de residuos por tipo y, cuando sea posible, por volumen, ubicación y año; e información sobre la imposición de sanciones administrativas en materia ambiental). Además, los artículos 8 y 9 establecen principios y propuestas clave para garantizar el reconocimiento y la protección de las personas defensoras del medio ambiente, acceso a la justiciay mecanismos de investigación y sanción.

 Una mayor participación ciudadana no siempre crea un espacio seguro para ejercer los derechos de los defensores del medio ambiente

Los compromisos tienden a crear herramientas para la participación abierta e inclusiva en asuntos ambientales, pero falta el siguiente paso. Por ejemplo, los compromisos no prevén una mayor equidad para la participación ciudadana ni aclaran el papel que juegan las empresas para mejorar justicia condiciones y la protección de los defensores ambientales.

Compromiso número tres en el Perú Plan de acción 2017-2019 con el objetivo de fortalecer espacios de encuentro de los sectores público, privado y organizaciones de la sociedad civil para aunar esfuerzos en el diseño, implementación y seguimiento de políticas ambientales. Para ello, el Ministerio de Medio Ambiente elaboró ​​lineamientos para fortalecer el trabajo de los Consejos Ambientales Municipales y Regionales. Sin embargo, estos esfuerzos no se dirigió algunos de los desafíos identificados para el buen funcionamiento de estos consejos que muchas veces resultan en invitaciones inadecuadas a las reuniones y malas inclusión de grupos y comunidades vulnerables afectados por decisiones ambientales, así como de los responsables de proyectos de desarrollo.

El Acuerdo de Escazú especifica qué momentos y para qué decisiones requieren la participación ciudadana. En él se articulan los momentos de alto riesgo que podrían resultar en conflicto social, la importancia de identificar a los actores que necesitan participar (como los afectados por un proyecto extractivo, en lugar de las organizaciones de la sociedad civil con sede en una ciudad capital), entre otros. Además, crear un espacio participativo no es suficiente; el acuerdo prevé el derecho a presentar observaciones y asegurar que se atiendan, y que la información incluya las áreas afectadas, el impacto ambiental y las medidas de mitigación, entre otras garantías. 

El Acuerdo de Escazú le otorga a la región un marco regulatorio para ayudar a abordar estas dos lecciones aprendidas con pasos específicos y necesarios para abordar el cambio climático. 

Para quienes buscan combatir el cambio climático y proteger a los defensores del medio ambiente, el vínculo entre el Acuerdo de Escazú y OGP es claro. OGP presenta una oportunidad para que los gobiernos, la sociedad civil y la ciudadanía creen planes de acción efectivos que incluyan compromisos para garantizar un espacio para que los defensores humanos ejerzan sus derechos.

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