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Democracia y digital: la necesidad de un nuevo contrato social

Mário Campolargo|
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Mário Campolargo

El impacto transformador de las tecnologías digitales en nuestra vida diaria implica la necesidad de una nueva carta social entre el estado y sus ciudadanos.

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El mundo de hoy: en medio de una revolución digital

Desde la invención de la imprenta, la relación entre gobiernos, administraciones y ciudadanos se ha basado en papel, caracterizada por interfaces estáticas y estandarizadas. La extracción y el procesamiento de datos impresos eran engorrosos y propensos a errores. Compartir y reutilizar la información era prácticamente inaudito. Los "silos" administrativos eran la norma. Cuando llegaron las primeras computadoras digitales de propósito general hace setenta años, pocos predijeron su impacto en la vida diaria.

Las tecnologías de la información y la comunicación (máquinas, redes, algoritmos) han revolucionado la forma en que generamos, administramos y compartimos datos. Han surgido nuevas industrias basadas en la información. Los gobiernos y los ciudadanos cooperan a través de 'formularios' digitales con interfaces bidireccionales dinámicas y personalizadas. Ahora podemos abordar problemas sociales que antes no tenían solución mediante el intercambio de información y las prácticas de trabajo colaborativo. Sin embargo, ¡esta revolución digital acaba de comenzar!

El mundo de mañana: una sociedad digital

Las tecnologías digitales están evolucionando a un ritmo acelerado. Estas tecnologías se han vuelto omnipresentes en toda la sociedad, perturbando tanto al sector público como al privado. Este transformación digital de la investigación, la industria y el gobierno está ganando ritmo. La digitalización se ha convertido en una prioridad política global común. En particular, existe una comprensión compartida de que las tecnologías digitales darán forma a nuevas estructuras de gobernanza que facilitarán la participación de los ciudadanos y las empresas en la formulación de políticas, agregarán valor a las interacciones e influirán en nuevos patrones de coordinación y cooperación dentro y entre las administraciones públicas. En definitiva, se está creando una sociedad digital.

La sociedad digital verá una mayor disrupción digital, el auge de la economía de datos, una evolución hacia la administración basada en datos y un énfasis en la seguridad de los datos. Este papel fundamental de los datos ahora se reconoce como clave para ofrecer mejores políticas basadas en evidencia y la próxima generación de servicios públicos digitales transfronterizos confiables. Estos servicios deben estar centrados en el usuario, basados ​​en los principios de apertura, transparencia, reutilización y diseñado para la seguridad, la privacidad y la interoperabilidad.

Democracia y digital

Esta nueva sociedad digital también está cambiando la forma en que funciona la democracia. Problemas que trascienden las tecnologías digitales. per se ahora preocupan a los políticos, legisladores, responsables políticos y al público. Si bien las plataformas digitales existentes y un número selecto de compañías que dominan industrias específicas ofrecen oportunidades nuevas y seductoras para clientes y terceros, también tienen una dimensión disruptiva, que socava la cohesión social de las comunidades.

Es necesario abordar las cuestiones relacionadas con la ética, la transparencia, la apertura y la inclusión de estos ecosistemas digitales. Estos incluyen: el uso de datos personales y sensibles; difusión de noticias falsas; desinformación y propaganda de odio; ciberataques a infraestructuras ciberfísicas críticas (sistemas eléctricos, de agua, de salud y de gobierno); y el papel de la inteligencia artificial en las nuevas aplicaciones. Las directrices y las mejores prácticas técnicas son necesarias pero insuficientes. Legislación y es necesario promulgar y hacer cumplir las regulaciones para frenar el poder excesivo de algunos jugadores hegemónicos.

Un contrato social para una Europa digital

La Comisión Europea ha iniciado acciones que liberan el potencial de las tecnologías digitales para los ciudadanos de Europa, al mismo tiempo que garantizan sus derechos, con su prioridad emblemática del Mercado Único Digital e iniciativas legislativas, incluida la adopción de la Ley General de Protección de Datos Regulación (GDPR).

Sin embargo, estos son solo los primeros pasos en el viaje hacia una Europa digital que implica nada menos que la digitalización de la democracia, junto con el control democrático de la industria digital sin sofocar la innovación.

Las interfaces sin fricción mediadas por tecnologías digitales agregarán valor a las interacciones orientadas a un propósito entre ciudadanos, administraciones y gobiernos y consolidarán la democracia en la era digital.

Este impacto transformador de las tecnologías digitales en nuestra vida diaria implica la necesidad de una nueva carta social entre el estado y sus ciudadanos, una que sea adecuada para el propósito de la era digital. Los datos deben ser centrales para tal contrato social. Los derechos digitales deben abarcar la generación de datos, su gestión, uso y reutilización, protección y preservación. Su adopción garantizaría la confiabilidad de los servicios públicos digitales y aumentaría la confianza en los ecosistemas digitales que sustentan la vida diaria.

Una política de datos de la UE y políticas de datos nacionales coordinadas, ambas basadas en el Marco Europeo de Interoperabilidad (FEI), deben complementar este contrato social y convertirse en un marco de gestión de la información a nivel de la UE para abordar los problemas de información relacionados con las necesidades transfronterizas de los ciudadanos y empresas y los desafíos globales multidisciplinarios de nuestro tiempo, incluidos el cambio climático, el comercio, el terrorismo y los derechos civiles.

Un reto compartido

La era digital exige la reinvención de nuestras instituciones democráticas y procesos democráticos; En Europa, haremos esto como una expresión tangible de nuestros valores. La participación de la sociedad civil a través de procesos participativos más efectivos necesita ganar más tracción mediante la adopción de enfoques de Investigación e Innovación Responsables (RRI). La comunidad de TI del sector público en toda Europa está lista para este desafío. Ahora es el momento para que las instituciones europeas refuercen su trabajo con los Estados miembros y los innovadores ecosistemas digitales hacia una carta de valores sociales y éticos que darán forma a una Europa digital y darán el impulso para una sociedad digital global más justa.

DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: Las opiniones expresadas en este texto son únicamente las del autor y no representan necesariamente las opiniones oficiales de la Comisión Europea.

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