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De cómo dejé de preocuparme y empecé a interesarme en el periodismo de datos

Dietlind Lerner|

Hace muchos años, no mucho tiempo después de la caída del muro de Berlín, pasé un invierno de tardes grises en los archivos de la Stasi (la policía secreta de Alemania Oriental), investigando historias sobre República Democrática Alemana. Para poder ver un documento, primero tenías que ver si el archivo existía (no había índice). Después, tenías que demostrar que realmente lo necesitabas (como periodista, esto significaba tener un bosquejo de tu artículo). Finalmente, tenías que esperar semanas o meses para tener una cita en la sala de lectura de las oficinas de la ex Stasi, pues éste era el único lugar en donde se podía tener acceso a los documentos. Ejemplo de las historias que surgieron de este tiempo fueron la historia de Vera Wollenberger quien, al revisar su propio expediente en aquella sala, se enteró que su esposo la había cortejado por órdenes de la Stasi. Fue aquí también donde el historiador Timothy Garton Ash encontró las pistas para descubrir cuál de sus amigos lo había espiado a nombre de la Stasi, historia que contó en The File: A Personal History.

 

Después de leer un archivo, había tres posibles resultados: encontrabas la información que necesitabas para escribir una buena historia, encontrabas algo interesante o encontrabas una pista que requería solicitar un nuevo archivo y empezar el proceso de nuevo. Por supuesto, esto requería mucho tiempo y yo, como periodista independiente, tenía que escribir contenidos con historias especiales sobre la Stasi (los programas de dopaje de atletismo que supervisaba, sus extraños métodos de espionaje, etc).

 

20 años después, gracias a las nuevas tecnologías y a los avances en las iniciativas de acceso a la información (muchos de los cuales fueron logrados a través de compromisos y planes de acción de OGP), los gobiernos de todo el mundo ya están publicando en línea documentos de forma proactiva. Esto ha hecho considerablemente más fácil y costo-efectivo para los periodistas tener acceso, investigar y comparar documentos. Además, ha dado lugar al “periodismo de datos”, un término que antes me preocupaba, pues implicaba un nivel de conocimiento de la tecnología que parecía muy lejano al tipo de periodista que yo había sido.

 

Después de un curso intensivo sobre periodismo de datos, logré cambiar de opinión. Sí, el periodismo de datos se fundamenta en la premisa que hay muchas historias por contar en los datos que los gobiernos y otros actores publican hoy en día. Pero las herramientas que implica son muy fáciles de utilizar, los beneficios son similares a los de la transición de la pluma al mouse y el objetivo de escribir una historia reveladora sigue siendo el mismo.

 

El evento que me hizo cambiar de opinión fue el Bootcamp de datos de OGP, organizado por los equipos de comunicaciones y de la sociedad civil antes de la Cumbre Global de OGP de 2016 en París. Llevada a cabo en la escuela principal de periodismo de Francia, el Centre de Formation des Journalistes, alrededor de 100 periodistas y activistas de la sociedad civil de doce países presenciaron las presentaciones de los periodistas de datos Romina Colman, Cedric Lombion, Johannes Fiedrich, Christine Jeavans, Andres Snitcofsky y Cecile Gallegoat.

 

Los ejemplos más famosos de periodismo de datos son sin duda LuxLeaks y Panama Papers del International Consortium of Investigative Journalism, en los que los datos filtrados fueron compartidos por docenas de periodistas de todo el mundo, resultando en investigaciones críticas de alto impacto. Sin embargo, no todo el periodismo de datos es de investigación por naturaleza; los casos de estudios que se presentaron durante el Bootcamp de datos abarcaron temas como Brexit, mapas de las elecciones de Estados Unidos, escuelas fallidas en Florida, ataques jihadistas, Global Forest Watch y la pregunta existencial: ¿un robot me quitará mi trabajo?

 

En el periodismo de datos, los datos son la fuente principal de información, pero también pueden ser un medio para reunir información o una herramienta que permite contar una historia (o todas las anteriores). Esto significa que el alcance y velocidad de lo que puede ser investigado incrementa exponencialmente, pues nuestra capacidad de comparar es mucho mayor y las posibilidades se vuelven mucho más interesantes.

 

Imagina, por ejemplo, que los archivos de la Stasi se hubieran archivado de forma digital en aquella época y que información como género, edad, transacciones financieras y geolocalización fueran de fácil acceso. Las investigaciones de la prensa alemana sobre las actividades de los políticos de Alemania del este pudieron haber sido más minuciosas y los periodistas de todo el mundo pudieron haber trabajado para descubrir los espionajes y sobornos de la Guerra Fría. Imagina lo fascinante que podría ser la investigación sobre los impactos sociales de los sistemas políticos encontrados de Alemania Oriental y Occidental.  

       

Aún existen retos en el periodismo de datos, entre ellos, asegurar que la información pueda ser leída por computadoras y que los datos puedan analizarse. Durante el Bootcamp, en varias ocasiones los gobiernos presumieron sobre los datos que publicaron, cuando en realidad los documentos estaban escritos a mano de forma ilegible y eran casi imposibles de descifrar. Otros problemas similares surgen cuando los datos son publicados en formatos que no pueden ser procesados en Microsoft Excel u otras herramientas para el procesamiento de datos.

 

En los primeros cinco años de OGP, hemos visto que muchos países se comprometen a publicar información en línea. En los próximos cinco años, necesitamos asegurar que esta información sea utilizada para mejorar la vida de las personas de todo el mundo. Una forma de hacerlo es asegurar que los gobiernos, de forma proactiva, publiquen información legible por computadoras y que los bootcamps de datos ocurran con suficiente frecuencia para desmitificar y apoyar el proceso. Además, esto tiene que ocurrir de forma rápida. Los archivos de la Stasi fueron publicados en línea hace dos años. Aunque hay un continuo interés de historiadores y otras personas, los datos probablemente sean demasiado viejos para poder utilizarse en investigaciones políticas actuales y para beneficiar a quienes sufrieron como consecuencia del régimen de Alemania Oriental.

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