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Una red mundial: colaboración desde Latinoamérica hasta Tanzania

Daniel Villatoro|

Si trazamos una línea recta en un mapa, es muy fácil conectar Ecuador con Tanzania, están casi a la misma altura. Ambos países forman parte de lo que se considera el Sur Global, países en vías de desarrollo con sus particularidades pero con retos en común. En el campo del uso de datos y la apertura de los gobiernos y su información también tienen muchas coincidencias.

Siete miembros del equipo latinoamericano de EscuelaDeDatos viajamos a Tanzania a finales de septiembre con dos propósitos: uno, consolidar la red mundial de aprendizaje que formamos a través de nuestro SummerCamp anual, y dos, compartir de lo que sabemos entrenando y trabajando con líderes africanos. Por dos días estuvimos capacitando a los participantes de la Young African Leaders Initiative y personas que trabajan en un innovador espacio tanzanés: el DLab.

Éramos al menos 70 participantes de todo el mundo, compartiendo maneras efectivas de usar los datos en dos temas que son latentes al recorrer ese país, de Dar Es Salam a Arusha: el acceso a la salud y la transparencia de las industrias extractivas.

Julio López (Ecuador, fellow 2015) dirigió a los equipos del DLab durante las Expediciones de datos concentradas en el tema del que es experto: energía e industrias extractivas.

Sebas Oliva (Guatemala, fellow 2017) compartió durante la expedición de datos su experiencia en programación.

Camila Salazar (Costa Rica, fellow 2015) preside el Comité Directivo de Escuela de Datos y compartió con miembros del DLab acerca de estrategias de enseñanza y producción de contenidos educativos.

Sergio Araiza (México) afinó los proyectos que los fellows de Escuela de Datos están llevando a cabo y coordinó skillshares -sesiones cortas de aprendizaje práctico-.

Juan Manuel Casanueva (México) durante una de las sesiones de planificación de trabajo y contenidos.

Trabajamos en muchas habilidades durante esos cinco días, pero la manera en que pude conocer mejor los retos en común que tenemos, independientemente de si estamos en América Latina o en África, fue conociendo los proyectos que algunos de estos africanos sobresalientes están desarrollando y los obstáculos que enfrentan para encontrar datos y hacerlos útiles en sus contextos.

Durante el último día de entrenamiento estuve atendiendo a los participantes que necesitaran ayuda puntual en sus proyectos a través de un HelpDesk. La metodología es sencilla: ponerse a la disposición de otros para resolver problemas. El dicho reza que dos cabezas piensan mejor que una.

Yo, Daniel Villatoro (Guatemala), revisando las encuestas que  Immaculate Kyamanywa llevó a cabo sobre condiciones laborales en Tanzania

De entrada en la dinámica, encontré similitudes entre los problemas de acceso a información que ellos enfrentan y aquellos con los que me he topado en mi entorno: Guatemala.

Tanzania es un país con altos índices de desnutrición infantil y problemas de higiene. Guatemala comparte ese problema. Ruth Elineema es una emprendedora social apasionada por mejorar estas condiciones a través de un negocio que reduce seis veces el precio del agua pura al establecer “ventas de agua purificada” que reemplazan la compra de agua embotellada. Pueden ver más sobre su proyecto en este vídeo.

Junto a ella, ideamos una plantilla de recolección de datos a través de mensajes de texto (SMS) para que pueda monitorear el aumento de consumidores de agua y así, medir la manera en que esta iniciativa ayuda a que las personas de diferentes comunidades lejanas de Tanzania tengan acceso a agua pura. Ideamos un plan que incluye la gestión de SMS por computadora, la limpieza de los reportes presentados por su equipo (con poco acceso a internet) y la visualización de esos indicadores a través de dashboards de progreso.

Las telefónicas han elevado mucho sus usuarios tanto en África como en Latinoamérica. Y con este crecimiento, también su infraestructura ha aumentado en gran manera. Sin embargo, no con las mismas regulaciones y cuidados a la salud que tienen en países más desarrollados.

Esto es lo que investiga Moses Ismail, la poca transparencia sobre en dónde establecen torres de señal y sus alcances en los alrededores. Moses ya había recopilado muchos datos y documentos, pero no había encontrado la manera de visualizarlos. Creamos un prototipo de base de datos con todos los campos que se pueden extraer de los documentos y los visualizamos en un mapa con eje dual que permitía resaltar dos valores de los datos: la altura de las antenas y su radio de cobertura y afectación al entorno.

Con una encuesta ya administrada —Immaculate Kyamanywa, quien trabaja una investigación sobre condiciones laborales y prestaciones— tenía el reto de que los datos estuvieran en condiciones óptimas para el análisis. Por eso revisamos funciones y fórmulas en Excel que le ayudarían a quitar cualquier error de mecanografía en su muestra. Y revisamos herramientas online que permiten graficar esos resultados de manera fácil.

Estos y otros proyectos son la muestra de que, aunque cada contexto tiene sus particularidades, el desarrollar habilidades en el uso de datos (lo que solemos llamar data literacy) es una competencia útil y práctica en muchos ámbitos (negocios, políticas públicas, periodismo, activismo). Y la posibilidad de trabajar en red e intercambiar experiencias nutre nuestros enfoques que a veces se limitan porque solo vemos nuestro entorno inmediato.

*Para conocer más sobre Escuela de Datos, sus contenidos educativos y el trabajo que los fellows realizan, puedes visitar este enlace.  Y si quieres ver más sobre el SummerCamp y las capacitaciones en el DLab puedes ver esta galería.

Fotos por Sylvia Fredriksson, Daniel Villatoro y K15 Photos

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